El Inconsciente
El inconsciente es esa parte de la mente que escapa al pensamiento consciente, pero que influye profundamente en nuestras emociones, comportamientos, sueños, decisiones y percepciones. Allí residen recuerdos reprimidos u olvidados, deseos no reconocidos, traumas no procesados, patrones de conducta, sueños y sombras: aspectos de nosotros mismos que negamos o no queremos ver.
Funciona como un software en segundo plano. No somos conscientes de él, pero siempre está operando, en un lenguaje simbólico que la mente lógica no puede decodificar fácilmente. Es autónomo y se expresa por sí mismo, a menudo mediante sueños, visiones, arte, símbolos o incluso a través de emociones y comportamientos involuntarios.
Existe, además, una dimensión más profunda: el inconsciente colectivo. Este no es individual, sino común a toda la humanidad.
Carl Gustav Jung, psiquiatra suizo, acuñó el término «inconsciente colectivo» para referirse a esta capa universal de la psique. No se forma por experiencia personal, sino que contiene elementos simbólicos universales: patrones que emergen una y otra vez en diferentes culturas, como el héroe, la madre, el sabio, el padre, la sombra… Son los llamados arquetipos.
Este inconsciente colectivo no se aprende: se hereda. Se manifiesta en la religión, los mitos, los cuentos, el arte universal y herramientas simbólicas como el tarot, el I Ching o la astrología.
No accedemos de forma directa al inconsciente —ni al personal ni al colectivo—; cuando se manifiesta, lo hace mediante imágenes, símbolos o narrativas que despiertan algo en nuestro interior. Es a través de estos lenguajes simbólicos que podemos explorarlo.
Los Arquetipos
Los arquetipos son expresiones del inconsciente colectivo. Según Jung, un arquetipo es una estructura psíquica universal, heredada y primitiva, que actúa como molde para generar imágenes, pensamientos, emociones y comportamientos humanos.
Es importante aclarar que un arquetipo no es una imagen en sí misma, sino un patrón que genera imágenes. Funciona como una plantilla que da forma a símbolos que son comprensibles universalmente.
Por ejemplo, en casi todas las culturas:
Estos arquetipos son mapas simbólicos de la experiencia humana.
El Tarot
Las cartas del tarot —especialmente los Arcanos Mayores— son imágenes arquetipales por excelencia. No son meros instrumentos adivinatorios: son puertas al inconsciente, espejos de procesos universales que atravesamos en nuestro camino de transformación.
Los Arcanos Mayores están conformados por 22 cartas que, para muchos, representan un viaje simbólico: desde El Loco (0), símbolo del inicio inocente, hasta El Mundo (21), que representa la totalidad e integración.
Este recorrido ha sido llamado “el viaje del héroe”, concepto desarrollado por Joseph Campbell. Es un ciclo arquetípico que implica crecimiento, crisis, muerte simbólica y renacimiento.
Cada carta refleja un momento de ese viaje, aunque no necesariamente en orden lineal o cronológico. En algunos momentos de la vida somos El Loco, iniciando con ingenuidad. En otros, El Mago, listos para utilizar nuestras herramientas internas. El tarot, así, conecta con las etapas arquetípicas que todos transitamos.
El tarot como espejo del inconsciente
Cuando observas una carta, tu psique puede resonar con su imagen y activar contenidos profundos del inconsciente. Algo similar ocurre cuando soñamos, o cuando un mito o una obra de arte nos toca particularmente.
Cada carta posee un significado simbólico, pero lo que despierta en ti será único: un reflejo de aquello a lo que tu conciencia aún no ha accedido. Por eso, una misma carta puede tener diferentes significados para distintas personas, en distintos momentos.
Entonces, ¿cómo es que justo la carta que eliges refleja algo relevante para ti?
Una explicación sencilla es que no importa qué carta veas: tu inconsciente proyectará en ella aquello que necesitas ver. Otros dirían que se trata del azar. Pero Jung propuso un concepto distinto: la sincronicidad.
La sincronicidad
Jung definió la sincronicidad como “la coincidencia significativa entre un evento externo y un estado interno, sin que exista una relación causal directa”.
Es decir, cuando ocurre algo en el mundo exterior que refleja tu estado interno, sin que exista una conexión lógica o de causa-efecto. No es telepatía, ni magia. Es un sentido compartido.
¿Quién no ha pensado en alguien y justo en ese momento recibe su llamada? ¿O ha soñado con algo que luego sucede, o se vincula estrechamente con la realidad? Eso es sincronicidad: una manifestación simbólica significativa entre tu mundo interno y el externo.
El tarot no opera desde la lógica causal. No predice el futuro. Es una herramienta que permite acceder al lenguaje simbólico del inconsciente, y lo hace precisamente gracias al fenómeno de la sincronicidad.
La carta que eliges refleja tu estado psíquico interno no porque lo “adivine”, sino porque conecta simbólicamente con lo que está ocurriendo dentro de ti.
Jung, el tarot y el Unus Mundus
Jung estudió el tarot y también el I Ching, y los consideró sistemas simbólicos que revelan el inconsciente. Según él, cuando se utilizan con sinceridad y apertura, actúan como espejos del alma, gracias a la sincronicidad.
Este fenómeno —la conexión entre mente, materia y espíritu— se relaciona con un antiguo concepto alquímico: el Unus Mundus, o “mundo único”. Es la idea de que todo está interconectado en una unidad fundamental, más allá del tiempo y el espacio.
Para Jung, la sincronicidad es una manifestación de este Unus Mundus: una realidad donde lo interno y lo externo, lo físico y lo psíquico, forman parte de una misma red.
Grinberg y el Campo Sintérgico
Una propuesta afín es la del científico mexicano Jacobo Grinberg-Zylberbaum. Aunque no hablaba exactamente en los mismos términos que Jung, sus ideas apuntaban a una concepción similar de la realidad.
Grinberg propuso la teoría del Campo Sintérgico: un campo energético que contiene toda la información del universo. Según él, la conciencia humana no percibe la realidad como algo objetivo, sino que interactúa con este campo, seleccionando información y co-creando la realidad.
Así, cuando usas el tarot, tu conciencia podría resonar con este campo, manifestando una configuración significativa —una carta— que tiene sentido simbólico para tu estado interno. No sería una coincidencia mágica, sino una manifestación del orden oculto del campo.
Más allá del tarot
Muchas teorías contemporáneas exploran la posibilidad que la conciencia no esté confinada al cerebro o al cuerpo físico. Aunque no son unánimes ni concluyentes, apuntan hacia explicaciones posibles para esta conexión entre un evento externo (como sacar una carta) y el mundo interno del inconsciente.
Algunas de estas teorías incluyen:
Aunque ninguna ofrece una certeza definitiva, todas aportan indicios sobre la profundidad del fenómeno.
Lo que espero de este Viaje
Sea cual sea el mecanismo detrás de la conexión entre una carta y el individuo, cuando el tarot se utiliza de forma simbólica, terapéutica y consciente, se convierte en una poderosa herramienta de autoconocimiento, integración psíquica y crecimiento espiritual.
Más que predecir, el tarot refleja. Y en ese reflejo, si uno se atreve a mirar con sinceridad, puede encontrar sentido, transformación y claridad.
Y aun cuando no hay respuestas absolutas ni certezas inmutables, espero que este viaje sea una exploración hacia el mundo interno, una forma de acceder a lo que muchas veces no logramos ver con claridad.